Un no pensar pensándote...



Creo que resumiría este escrito afirmando que yo no nací para entender la vida. Al contrario que eso, sí nací para cuestionármela  a cada paso. Si me hubieran dado a elegir supongo que hubiera elegido el camino más difícil. Y esto lo deduzco porque es mi naturaleza  intrínseca complicármela sin apenas darme cuenta. Es mi naturaleza entrar en laberintos siempre con el propósito de hallar algo.  Realmente,como Borges ilustró tantas veces, la vida no es más que un laberinto. Pero si bien es cierto que me puedo sentir cerca de la vida como laberinto, mucho más mía hago la idea que poseía Borges sobre los espejos. Los espejos representan el desdoblamiento y la repetición del ser. Eso corresponde, según Borges a la idea del doble, del otro yo. Eso lo he sentido tantas veces,tantas tantas,que en mi apariencia a los ojos de los demás, casi nadie podría adivinar por los pasajes que atravieso mientras hablo, me río, comento o explico, mientras paseo o trivializo sobre cualquier cosa a la que aparentemente no le doy  ninguna importancia.  Tras mi apariencia de mujer segura y fuerte hay una entera fragilidad que se reduce a la búsqueda incesante de algo que voy buscando y que no encuentro. Es curioso como hoy, en clase,un alumno adolescente, yo diría de los difíciles y encaminado a nunca entender el mundo, y a no adaptarse a las normas que la sociedad, para vivir en sociedad, le exige, un alumno que prontamente asiste a ese desdoblamiento del que hablaba antes, me confesaba lo poco que entiende el mundo. Entablamos una conversación de lo más profunda mientras el resto de los compañeros escuchaban y miraban como si estuvieran en un partido de tenis. Algunos se lanzaron a participar, quizás porque vieron en mí el yo más profundo que se esconde bajo mi apariencia de mujer a veces temida. Quizás esa era la explicación del tempus fugit, el ubi sunt y el homo viator de Jorge Manrique con las Coplas a la muerte de su padre. ¿Dónde está la felicidad si nos empeñamos en reprimir los deseos, la emociones y nos centramos nada más en la parte externa o práctica de las cosas? ¿Cómo hallar la felicidad, un instante, o varios sucesivos, si cuando estamos no estamos y nuestro yo más íntimo queda relegado a las profundidades insondables que se entierran y  se olvidan?Esto lo facilita todo lo que externamente nos rodea. Y mi alumno me hablaba, dentro de su corta edad, de ciertas condenas que desde ya está empezando a vivir. No podemos mostrar nuestra debilidad al de fuera porque la sociedad hace que el hombre sea un lobo para el hombre. ¿Dónde está nuestra esencia que se va modificando a causa del dolor? ¿ Por qué no compartirla para llegar a algo? Igualmente acabamos robotizados, programados, para desenvolvernos en el mundo que nos ha tocado, para sobrevivir, al fin y al cabo, lo que no garantiza nunca ni siquiera un instante de felicidad si no dejas tú yo, tu esencia desparramada encima de la mesa. Mi alumno me hablaba entonces y me preguntaba ¿ya nunca más volveré a la ingenuidad? - Desgraciadamente no, le dije. La vida es crecimiento, en el crecimiento está el sufrimiento y en el sufrimiento está la transformación. Por eso también sufría el protagonista de El guardián entre el  centeno, la famosa novela norteamericana de Salinger. Y se lo decía a ellos, a mis alumnos. El protagonista tenía un sueño que le asaltaba numerosas veces. Contaba cómo él era el encargado de cuidar a los niños en un campo de centeno. El vértigo le sobrevenía cuando los veía en peligro y se alejaba y no podía controlarlos. Si salían de allí entraba en el mundo de los adultos, en la realidad, en la muerte de la ingenuidad. Y eso ocurre exactamente ahora. Ya no hay marcha atrás. Así que convencía a mi alumno, quizás para tranquilizarlo, de que habrá respuestas que nunca hallará, de que tiene que encontrar la consonancia para no aislarse aunque ya mire todo desde el prisma de la decepción. Entonces yo le decía, que también a  mi corta edad había vivido ese desdoblamiento del que aún no he sabido salir,pero que igualmente se vive, y que no perdía de vista encontrar las almas o el alma afín para derramar mi esencia con su juego de claros y oscuros. 
-No me gustan las clases, el colegio, todo es una mierda, todo está dentro de un sistema regido por el dinero, sólo somos dinero.- decía mi alumno. 
-Quédate con el instante, con el aquí y con el ahora, muy efímero.
- Quédate con haberte podido expresar desde tu yo más profundo y piensa que yo te he entendido. Bueno sí, maestra - me dijo - contigo soy feliz, es la única clase que puedo hablar de lo que pienso. Entonces yo le dije, pues si tú eres feliz, hoy ya es suficiente para que yo también lo sea después de lo que acabas de decir.  De pronto sonó el timbre, atravesé aquel inmenso patio rumbo al otro edificio perdida en mi desdoblamiento.   Nos pasamos la vida pensando cómo queremos que sea nuestra vida el día de mañana, porque evidentemente, no estamos en sintonía con el presente que vivimos. Soñamos un mañana en el que nos vemos felices, nos retratamos fuera del tiempo y se cuelan las imágenes de un yo que imaginas pleno porque en el cuadro que has retratado no has olvidado poner nada. Podríamos montar un museo nuevo con todos los cuadros que creamos y visualizamos de lo que se supone que sería nuestra vida gozando la felicidad. Y de repente despiertas y el cuadro es otro. Es más, nada tiene que ver con aquello que siempre has soñado. Entonces empiezas a no entender la vida y sus sucesos. Empiezas a no entender la ausencia, la pérdida, la falta de amor, la lágrima en silencio, la espera, el corazón que piensa en el otro pero no dice nada, el deseo escondido, la distancia estúpida, la soledad anidada y nuestra alma alquilada a los días, a ese ir y venir, que no te deja pensar mucho y crees que te ayuda a seguir adelante, sobre todo, porque mantienes la mente ocupada y la dejas en pause y ahí no asalta la ansiedad que provoca darte cuenta que no tienes nada en ese momento de lo que tú hubieras pensado que era la felicidad.Pero no importa, vas dejando pasar el tiempo con la ilusa esperanza de que mañana tal vez sea mejor. Claro, mientras tanto se te escapa la vida, su presente, el abrazo que te aguarda y el hombro que  piensa en compartir tus sombras para poder jugar al escondite contigo. Cómo es posible que te sientas tan cerca de alguien pero a la vez tan lejos. ¿Qué estúpido juego es este que hace no aprovechar el instante? Por eso en nuestra corta soledad física asalta la tristeza, la ansiedad, la melancolía a través de una música, de unos versos, de un paisaje donde canta el recuerdo de  un beso, esa caricia tuya  que lo eleva.  Y mientras tanto voy de un lado a otro en un  no pensar pensándote, en un no sentir sintiéndote, en un abrazo con los ojos, en un llanto escondido  en la distancia,en la razón, tu razón, aniquiladora de los sueños,en tus ojos de café , tus manos de café, tus labios de café, tu risa leve y triste de café, en tu silencio oscuro que igualmente me habla y excita mis adentros, así como el café.

1 comentarios:

  1. Ay, Dios! Cuántas palabras desnudas que nos desnudan... Cuánta belleza... Un saludo Sierra.
    Olga

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